
En estos momentos casi todos sentimos igual.
Después de esta tragedia las sociedades y el mundo necesitarían una renovada orientación humana y política.
Sería necesario que cada persona y sociedad luche en contra de sus iniquidades y fortalezca sus virtudes, en busca de un bienestar humano compartido. Resulta ineludible sustentar una inclusión, una equidad y una liberación que sean realmente humanizantes.
Ello sólo será posible desde esa formula martiana de “con todos y para el bien de todos”. O sea, una mejor manera de lograr el desarollo con la participación de todos y en beneficio de cada uno.
Cuba también lo necesita.
Acaso como nunca constituye un obviedad que los cubanos debemos conseguir, por ejemplo, la normalización de relaciones entre Cuba y Estados Unidos y el establecimiento definitivo de una economía mixta y pujante que atraviese todos los ámbios de la produción y los servicios. También será imprescindible un replanteamiento de tensiones actuales que debilitan el sosiego cívico y las responsabilidades comunitarias, como pueden ser la libertad artística, el derecho de asociación y la libertad de prensa.
Nada de esto debería percibirse como una batalla en contra del gobierno, sino como recorrido natural hacia ese Estado de derecho y justicia social refrendado en la Carta Magna de 2019.
En estos días autoridades cubanas han apelado a enfrentar juntos este momento, con independencia de posiciones politicas. Además, no han faltado expresiones que provienen de diferentes partes del espectro político convocando al afecto y al apoyo entre cubanos -más allá de la diversidad política, religiosa y de residencia.
¡Qué este hálito prefigure el presente y sea nuestro futuro!